El sueño ha venido por mí,
se arrodilla y se expande.
El miedo me atropella dentro de ella,
de mi casa acongojada por adjetivos vacíos,
porque el miedo es la
casa a oscuras
y un poco del silencio que no acepto dentro del sueño.
Se instala, el sueño me arrolla,
me dice que la vida
fue eso,
ese gesto de mi
cuerpo joven.
El olvido me despierta,
no deja de gritarme en silencio.
El silencio se muere sobre el cumpleaños de los niños.
Felices ellos que festejan su aproximación a la muerte.
que mueren al condicionamiento del afuera
Ellos, que viven gesticulizando las horas,
las que se me han ido asistiendo a los días fúnebres.
El sueño ha venido por mí,
me despierta en un
gran olvido,
me abraza sobre la oscuridad que desconozco
y me muestra una distancia excesivamente breve
entre la casa y la que me soy dentro del sueño.
Lucía Santillán
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